Cualquiera que haya trabajado en el software el tiempo suficiente ha escuchado preguntas como éstas: “estoy obteniendo una excepción XYZ. ¿Sabes cuál es el problema?”, comparte Ryan Brush en el libro «97 cosas que todo programador debería saber».
Aquellos que hacen la pregunta rara vez se molestan en incluir la pila de rastreo, registros de error o algún contexto que nos conduzca al problema. Al parecer creen que operas en un plano distinto, que las soluciones se te aparecen sin ningún análisis basado en evidencia. Piensan que eres un gurú.
Esperamos dichas preguntas de quienes no tienen familiaridad con el software: para ellos los sistemas pueden verse como algo mágico. Lo que me preocupa es estar viendo esto en la comunidad del software. Preguntas similares surgen en el diseño de programas, tales como: “estoy construyendo un gestor de inventarios. ¿Debo utilizar el bloqueo optimista?”. Irónicamente, la gente que hace la pregunta está mejor calificada para resolverla que el destinatario. Los interrogadores presumiblemente conocen el contexto, los requisitos y pueden leer acerca de las ventajas y desventajas de las diferentes estrategias. Sin embargo, esperan que les des una respuesta inteligente sin un contexto. Esperan magia.
Es tiempo de que la industria del software disipe este mito del gurú. Los “gurús” son humanos. Ellos aplican la lógica y el análisis sistemático de los problemas, como el resto de nosotros. Aprovechan los atajos mentales y la intuición. Considera al mejor programador que hayas conocido: en algún momento esa persona sabía menos acerca del software de lo que tú ahora mismo. Si alguien parece ser un gurú, es debido a sus años dedicados al aprendizaje y al perfeccionamiento de los procesos de pensamiento. Un “gurú” es simplemente una persona inteligente con curiosidad incesante.
Por supuesto, sigue habiendo una gran variabilidad en la aptitud natural. Muchos hackers son más inteligentes, informados y productivos de lo que alguna día puedo llegar a ser. Aun así, el desmitificar el mito del gurú tiene un impacto positivo. Por ejemplo, si trabajo con una persona más inteligente que yo, me aseguro de hacer el trabajo de campo, proveer el suficiente contexto para que esa persona pueda aplicar eficazmente sus habilidades. Quitar el mito del gurú también significa eliminar una barrera en la percepción de mejora. En vez de una barrera mágica, veo continuidad y puedo avanzar.
Por último, uno de los mayores obstáculos en el software es la gente inteligente que propaga el mito del gurú a propósito. Esto podría hacerse por ego, o como una estrategia para incrementar el valor percibido por un cliente o por su empleador. Irónicamente, esta actitud puede hacer que las personas inteligentes sean menos valiosas debido a que no contribuyen al crecimiento de sus compañeros. No necesitamos gurús. Necesitamos expertos que estén dispuestos a desarrollar a otros expertos en su campo. Hay espacio para todos nosotros.