Los próximos dos años serán decisivos para que los profesionales TI identifiquen y planteen estrategias para saber cómo aprovechar el Internet de las Cosas (IoT), que comprende una amplia variedad de tecnologías y habilidades que se necesitan para explotarlas.
Gartner, firma de consultoría y análisis de mercado TI, identificó las diez tecnologías que hay que tener en el radar y que pueden impactar en la estrategia de negocio, la gestión del riesgo y un conjunto de áreas técnicas:
Seguridad IoT
Internet de las Cosas introduce una amplia gama de nuevos riesgos de seguridad y otros retos que tienen que ver con los dispositivos en sí mismos, las plataformas y los sistemas operativos, sus comunicaciones, e incluso los sistemas estarán conectados. Se precisarán tecnologías de seguridad que protejan los dispositivos y las plataformas, de los dos grandes peligros que afrontan, los ataques a la información y la manipulación física de los dispositivos. Un gran problema es que muchas de las “cosas” conectadas son muy simples y utilizan procesadores y sistemas operativos que no admiten enfoques de seguridad sofisticados.
Los especialistas en seguridad IoT tendrán que hacer un esfuerzo ahí, ya que las soluciones actualmente están muy fragmentadas. Habrá nuevas amenazas porque los hackers encontrarán nuevas maneras de vulnerar los protocolos y dispositivos. Por tanto, teniendo en cuenta que son ‘objetos” con una vida útil larga tendrían que tener un hardware y un software actualizable durante su periodo de funcionamiento.
Analítica IoT
Los modelos de negocio de IoT explorarán la información recogida por las “cosas” conectadas, de muy diferentes maneras como, por ejemplo, para entender el comportamiento del cliente, ofrecer servicios o mejorar los productos. Sin embargo, IoT exige nuevos enfoques analíticos, así como otras herramientas y algoritmos de análisis. A medida que aumenten los volúmenes de datos que se recojan –y esto Gartner lo fija en torno a 2021–, las necesidades de Internet de las Cosas pueden discrepar aún más de las técnicas analíticas tradicionales.
Gestión de dispositivos IoT
Las “cosas” conectadas durante largos periodos requerirán una gestión y una monitorización específicas. Esto incluye el seguimiento de los dispositivos, actualizaciones de firmware y de software, diagnósticos, análisis de incidentes e informes, gestión de los elementos físicos y gestión de la seguridad. Por tanto, IoT complica la gestión. Las herramientas deben ser capaces de administrar y monitorizar miles y, tal vez, millones de dispositivos.
Redes de baja potencia y corto alcance
Seleccionar una red inalámbrica para un dispositivo IoT implica encontrar el equilibrio entre muchos requisitos que entran en conflicto, como la vida útil de la batería, ancho de banda, densidad, coste del terminal o costes operativos. Las redes de corto alcance dominarán la conectividad IoT a largo plazo, en torno a 2025, superando en número a las redes de área extensa. Aunque muchas soluciones van a coexistir, sin un dominador claro.
Redes de área extensa
Las redes celulares tradicionales no ofrecen una buena combinación de características técnicas y costes operativos para las aplicaciones de IoT, que requieren una amplia cobertura y un ancho de banda relativamente bajo, larga duración de la batería y bajos costes operativos.
El objetivo a largo plazo de una red IoT será pasar de velocidades de datos de cientos de bits por segundo (bps), a decenas de kilobits por segundo (kbps), con cobertura nacional y una vida útil de hasta 10 años, así como un coste del dispositivo final de unos 5 dólares.
Las primeras redes de baja potencia y área amplia (LPWAN) se basan en tecnologías propietarias y, a largo plazo, serán superadas por tecnologías de banda estrecha (como NB-IoT).
Procesadores IoT
Los procesadores y arquitecturas que utilizan los dispositivos IoT definen muchas de sus capacidades como, por ejemplo, si son capaces de aportar una fuerte seguridad y cifrado, el consumo de energía, si son los suficientemente sofisticados por diferentes sistemas operativos, etc.
Como sucede con el diseño de hardware, existen muchas combinaciones de características, el costo de hardware, del software, capacidad de actualización, etc. Como consecuencia, las opciones de procesador serán muy variadas y requerirán profundos conocimientos técnicos.
Sistemas operativos IoT
Los sistemas operativos tradicionales, como iOS y Windows, no han sido diseñados para Internet de las Cosas. Por eso, consumen demasiada energía, necesitan procesadores rápidos y, en algunos casos, carecen de capacidad de responder en tiempo real. También consumen demasiada memoria para dispositivos pequeños y pueden no soportar los chips que utilizan los desarrolladores de IoT.
En consecuencia, se están desarrollando una amplia gama de sistemas operativos específicos para Internet de las Cosas, que se adapten a sus peculiaridades.
Proceso rápido de eventos
Algunas aplicaciones de IoT generan tasas muy altas de datos, que deben analizarse en tiempo real. En algunos casos se trata de gestionar decenas de miles de eventos por segundo, e incluso millones, en algunos ambientes de telecomunicaciones y telemetría. Para hacer frente a estos requisitos, han surgido plataformas de computación distribuida de flujos (DSCP), que utilizan arquitecturas paralelas para procesar flujos de datos de muy alta tasa, y realizar tareas tales como análisis en tiempo real e identificación de patrones.
Plataformas IoT
Las plataformas IoT manejan muchos de los componentes de infraestructura de un sistema en un único producto. Los servicios que prestan son de tres grandes categorías: control de dispositivos de bajo nivel y operaciones como comunicaciones, monitorización y gestión de dispositivos, seguridad y actualizaciones de firmware; adquisición de datos, transformación y gestión; y desarrollo de aplicaciones IoT, que incluye la lógica orientada a eventos, la programación de aplicaciones, visualización, análisis y adaptadores para conectarse a los sistemas empresariales.
Normas y ecosistemas IoT
Aunque los ecosistemas y las normas no son, precisamente, tecnologías, la mayoría finalmente se materializa en interfaces de programación de aplicaciones (API). Los estándares y sus API asociadas serán esenciales, ya que son imprescindibles para que los dispositivos puedan interactuar y comunicarse, y muchos modelos de negocio se basarán en el intercambio de datos entre varios dispositivos y organizaciones.
Como resultado, emergerán muchos ecosistemas de IoT y se recrudecerán las batallas comerciales y técnicas entre ellos, en entornos como el hogar inteligente, la ciudad inteligente o los cuidados sanitarios. Las entidades que creen productos tendrán que desarrollar variantes que soporten múltiples normas o ecosistemas, y poder actualizar los productos durante su ciclo de vida, a medida que estas normas evolucionen, se creen nuevos estándares y surjan nuevas API.