La automatización y la digitalización no son Jinetes del Apocalipsis que acabarán con los puestos de trabajo de las personas, sino que representan nuevas estrategias de crecimiento que requieren de un cambio cultural para lograr mayor eficiencia, nos dice Ignacio Dogliotti, gerente comercial de Tigabytes.
La fábula subyacente a la acelerada innovación tecnológica moderna nos dice que el Mundo del Mañana está a la vuelta de la esquina. Pero en realidad, la utópica Tomorrowland vive entre nosotros, y se muestra cada vez con más fuerza en todos los aspectos de la vida.
Y no se trata de describir sólo los inventos de Silicon Valley o los avances en infraestructura espacial de China, por citar algunos casos mediáticos relevantes. Basta observar un poco más allá de nuestro horizonte personal para darnos cuenta de que Chile vive inmerso en lo que algunos especialistas conocen como el “Futuro Latente”.
Así por ejemplo, una pequeña empresa de servicios informativos es capaz de reemplazar a su personal en huelga mediante softwares “robotizados”; mientras que la más grande empresa estatal del país, controla todas las operaciones de un yacimiento cuprífero, mediante una central de monitoreo ubicada a más de 2.000 km de distancia.
Hoy las diversas unidades productivas del país y del mundo, pueden organizar y hacer más eficientes sus tareas, mediante diversas aplicaciones tecnológicas disponibles tanto en supercomputadores como en pequeños dispositivos móviles, los cuales han permitido que conceptos que parecían remotamente incomprensibles, como Internet de las Cosas (IoT), Data Centers, servicios Cloud, comercio electrónico, Big Data y automatización, entre otros, sean hoy parte esencial del vocabulario cotidiano.
Esta vertiginosa evolución hacia un mundo que acelera sobre la nueva supercarretera de la Revolución 4.0, se traducirá en cambios significativos en la actual estructura de mercado y empleo. Por ejemplo, sólo en Chile podría derivar en el reemplazo de más del 50% de los actuales puestos de trabajo, en sectores tan estratégicos como retail, industria manufacturera y empleos públicos. Un total de 3.2 millones de empleos que hacia 2050, o tal vez antes, serían absorbidos por la automatización.
La Revolución Digital es sólo una herramienta que precisa de operadores especializados y de organizaciones capaces de hacerlas rendir con máxima eficiencia.
Es necesario que las mismas personas utilicen esta cultura del cambio de un modo más eficiente, porque las máquinas requieren de operadores capacitados, así como los softwares. De programadores altamente especializados. Nada se inventa de la nada, y como sociedad, debemos estar preparados para aplicar un cambio cultural importante, que nos haga ser más eficientes, productivos y competitivos día a día.
Gracias a la modernización, podemos darnos el lujo hoy de contar con sistemas de análisis o respaldo, que nos permitan, por ejemplo, revertir crisis productivas o implementar mejores sistemas de seguridad. Hoy podemos también, averiguar cuánto tardará un bus en pasar frente a un paradero; construir centrales de energía solar y geotérmica inteligentes o, incluso, minimizar los daños producidos por un sismo en una cadena productiva, mediante sensores inteligentes o servicios de monitoreo a distancia.
Esto significa que debemos adaptarnos desde ya a este nuevo entorno de trabajo, no para suponer que las máquinas o las computadoras harán todo por nosotros, sino para tener la certeza de que somos capaces de hacer mejores equipos, de crear mejores programas y de convertir a la innovación en una estrategia sólida de crecimiento para toda la sociedad.